El plenilunio de Géminis, cuya fuerza de reconstrucción e iluminación se difracta durante los dos días anteriores y dos posteriores al 25 de mayo, viene este año acompañado de un eclipse lunar penunbral, produciéndo una fuerte y radioactiva concentración de fuerza.
Esta poderosa energia, cuya influencia es de máxima acción sobre las conciencias receptivas y cada vez más activas de la humanidad, se derrama en un movimiento reflejo desde el externo hacia el interno, produciendo un “brote” significativo a nivel mental y astral, de la semilla crística, que ha de servirnos, si entramos en consonancia e hipercomunicación con ella, como antorcha, como el insondable fuego sagrado, con el que sumergirnos posteriormente a través de la “puerta de los hombres solstiscial”.
Bajo la creciente espiral psíquica que está produciendo en la humanidad consciente una elevada percepción sensorial de la “crisis de reorientación” que está siendo llevada a cabo como parte de la metamorfosis celestial de Gaia y sus hijos, el plenilunio de Géminis, el Gran Festival del Cristo, nos ofrece la oportunidad de vibrar en dinámicas triádicas superiores y de acceder a las fuerzas de reconstrucción que han de transmutar los campos etéricos para convertirlos en radiantes conductores de las pulsiones de luz del Alma, mientras la luz de la personalidad se entrega y eleva a las jerarquias superiores.
El Festival de la Humanidad, el Festival de Cristo último de los festivales mayores donde los encuentros dimensionales generan un poderosísimo vórtice de fuerza enfocada, nos conecta durante estos días a uno de las importantes triádas de acción sobre la tierra, una reunión de magia sagrada, donde Shamballa, la Jerarquia Espiritual y la Humanidad se expresan e interrelacionan produciendo un elevadísimo campo de transformación de amplísima y elevada influencia.
Como muchos ya han observado y sentido la vorágine transformadora de estos tiempos, nos está conduciendo a tejer una tras otra crisálida interna, donde la acumulación de luz y fuego se concentra silenciosa para expandirse posteriormente en saltos cualitativos de percepción que van generando lentamente los escenarios astrales, mentales y etéricos donde el hombre va reconectando y fusionando sus estados y reinos dévicos para manifestar la totalidad encarnada, para dar existencia al Hombre Celestial.
Durante el Festival del Cristo la influencia interna de la poderosísima fuerza de Segundo Rayo derramada por el Salvador nos invita a una evocativa iniciación grupal.
La reunión de Mercurio, Venus y Júpiter en Géminis genera una dinámica de conocimiento y comunicación, un divino estado perceptivo donde la humanidad se adivina como un gran centro, como un gran YO, que crece y brilla hacia su fraternidad.
“Reconozco mi otro yo, y al menguar éste, crezco y brillo”
La nota clave de Géminis nos permite intuir la poderosa influencia que ha de producir la concentración de energías atesoradas durante los festivales anteriores.
El cuerpo etérico de la humanidad se convierte a través del radiante escenario de amor crístico en un intermediario de las corrientes celestiales, en un potente transmisor de energía que coordina y sacraliza tanto los campos astrales como los mentales, ofreciéndonos un espacio armónico que puede permitir el “control total de la personalidad”
El servidor, el buscador, el peregrino en busca de su propio encuentro se convierte ahora en el Salvador, en la primigenia actividad del universo, donde el amor, la fuerza de segundo Rayo que une y sintetiza desde la molécula hasta la supra-conciencia en continua expasión, es radiada desde el triángulo de fuerza, Shamaballa-Jerarquia-Humanidad, manifestando el camino de retorno.
Las triádas esenciales del hombre se ven altamente potenciadas por este evento de comunión cósmica.
La Mente concreta es capaz de “investigar” sin juicio la personalidad y los mundos dévicos inferiores, brindando un amoroso y armonioso estado de reconexión y desapego.
La glándula pineal, el corazón medio, se enciende en el radiante fuego de la observación silenciosa y se convierte en la mente iluminada, en el punto de encuentro, en el centro poderoso donde las directrices del Alma pueden ser captadas sin interferencias de la dualidad.
El campo de percepción se expande…el big-bang, la explosión poderosa interdimensional de la conciencia revela el contacto con el mundo subjetivo, el silencioso encuentro con un nivel superior de la mente, donde el observador y lo observado son uno, donde las pinceladas del Espíritu se adivinan a través de la acción y manifestación del Alma.
El Festival de la Humanidad, el gran Festival Crístico del Amor en su máxima pureza, nos permite el reencuentro con la fraternidad latente de la nueva era.
La comunión a través del gran mediador, del gran instructor y salvador del mundo nos insufla de la capacidad de sentirnos Uno…de percibir, de actuar, de utilizar la gran divinidad que atesoramos, para convertirnos en el escenario de la más majestuosa y bella manifestación del Plan.
La Gran Invocación, el acto invocativo y evocativo que nos conecta y nos reune con la propia esencia celestial y nos permite brillar radiantes de la Nueva Vida, es el vehículo de esta gran reunión mística, donde el hombre, donde la gran hermandad renace y se reconecta al verdadero Poder influenciando, creando y elevando todos los mecanismos y manifestaciones a la síntesis total que conduce al Avatar de la Paz.
“Lo que yo te digo en la oscuridad, háblalo tú en la luz”
Namasté
Anabel.C.Huertas
http://angelesdebarro.com
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“El visionario debe volverse un hombre de acción: el deseo tiene que ser llevado al mundo de la consumación, y aquí yace la prueba de Géminis. El plano físico es el lugar donde se gana la experiencia y donde la causas, iniciadas en el mundo del esfuerzo mental, deben manifestarse y lograr objetividad. Es también el lugar donde se desarrolla el mecanismo de contacto, donde, poco a poco, los cinco sentidos descubren al ser humano, nuevos campos de conocimiento y le presentan nuevas esferas para la conquista y la realización. Es el lugar, por consiguiente, donde se logra el conocimiento, y donde ese conocimiento debe ser trasmutado en sabiduría. El conocimiento, nosotros sabemos, es la búsqueda del significado, mientras que la sabiduría es la omnisciencia del conocimiento sintético del alma. Sin la comprensión en la aplicación del conocimiento, nosotros sucumbimos; pues la comprensión es la aplicación del conocimiento a la luz de la sabiduría, a los problemas de la vida y al logro de la meta. En este trabajo, Hércules es enfrentado a la tremenda tarea de juntar los dos polos de su ser y de coordinar, o compensar, alma y cuerpo, para que la dualidad dé lugar a la unidad y se fundan los pares de opuestos.” D.Khul
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