El 21 de diciembre se llevará a cabo uno de los más potentes ritos de intercambio energético, un encuentro interdimensional donde la humanidad es convocada a través del principio de causa y efecto.
La ardiente aspiración (o invocación) pruducida por el intenso trabajo de de los hombres hacia el reino espiritual, predispone una apertura y exteriorización (o evocación) de las altas corrientes mísiticas del universo.
La búsqueda y la atracción hacia esferas más elevadas de nuestro Ser, nos ha ido sumergiendo en una luz reveladora o conciencia de los muchos y reinos que condicionan nuestra existencia, mostrándonos sus escenarios y campos de fuerza, su influencia y su potencialidad mientras esa “apertura de la percepción” producía en nosotros la capacidad de convocar la conciencia intuitiva y grupal del mundo crístico y su hipersensibilidad a todos los factores de la vida. (El principio mediador entre las fuerzas lunares y solares)
Cuando las frecuencias de luz de nuestra percepción actúan alcanzando cada vez más elevados estados de maestría o sabiduría sobre los mundos intangibles, el mundo espiritual se revela, el Atma, la conciencia planetaria se despliega, como camino a la iniciática conciencia de Dios y a la conciencia Absoluta.
Durante las experiencias meditativas que han precedido a este encuentro ancestral que mediante una “alineación” cósmica nos situará en el punto exacto de la rueda de renacimientos, nos otorgorá una poderosa “visión” interna capaz de conectarnos a nuevos vínculos o influencias estelares.
En una acción pasiva hacia el misterio, la ardiente aspiración espiritual (que no deseo de maestría) desplegará el campo vibracional adecuado (el escenario) donde la humanidad puede convocar el encuentro con los reinos solares, (en los que ya nos movemos en estados más elevados de nuestra conciencia) conduciéndonos a reconocer nuestra particular parcela de acción.
Percibimos que el celestial encuentro preparatorio, generará la actividad dinámica del conglomerado de fuerzas que actúan en nosotros, iniciando la expresión del pentagrama místico que ha de desarrollarse en la humanidad (no avanzamos ya como individualidades si no como remolinos de luz conectados geométricamente) que ha de otorgarnos la experiencia necesaria en el control de los agentes que han de terminar reflejando a Dios en nosotros, la Supraconciencia dadora de vida universal.
Las distintas sensibilidades a las que nos entregamos, y que paulatinamente van mostrando lineas de fuerza con las que comenzar el trabajo creador, se ven intensificadas en su afán de ser reconocidas, y el pentagrama de fuerza (rayo del Alma, rayo de la Personalidad, rayo del Cuerpo Mental, el del equipo Astral y el de la naturaleza física) se muestra (incluyendo las dinámicas cósmicas que pertenecen a ese mismo ritmo) como potencial acción divina en el mundo.
El trabajo y la instrucción que hemos de gestar a través de las acciones conscientes que conducen a la alquimia mísitica, tienen que conducirnos a encontrar el principio mediador del Amor, como escenario único donde todos los reinos del ser pueden anclarse un vórtice de conciencia unificada, destinada a generar un puente que rompa la percepción de separatividad dimensional, mientras a su vez nos conduce al entendimiento de la Unidad como Avatar de la Paz cósmica.
De manera que la gran invocación humana y la calidad de la luz (expansión de la conciencia) que convocamos, durante la alienación solstiscial provocará una gran evocación (o gran influencia) de los reinos espirituales sobre la tierra, sobre los estados psicológicos y astrales iniciándose así una relación que comenzará a producir una estructura psico-física de esencia espiritual.
El despliegue del pentagrama humano en su sensible búsqueda hacia los bienes inmortales producirá la sutileza de la forma a través de la hipersensibilidad mental quien en su privilegiada parcela de cumplimiento producirá la elevación o ascensión de todos los reinos de quienes somos custodios y en un futuro una nueva raza luminosa capaz de de concentrar su actividad para dirigirla a altas Fuentes universales.
Así durante el solsticio el cosmos generará una alta actividad magnética en nuestro interno produciendo una crisis de polarización en los estados psicológicos que deberá asentarse y desarrollarse para ir avanzando en los consensos y fusiones que el hombre debe generar para que el pentagrama (todas las fuerzas e influencias de su ser) puedan terminar produciendo una percepción interdimensional, que nos conduzca al descubrimiento de los lazos místicos que nos unen con la Gran Conciencia Creadora.
El principio de una senda iniciática hacia el propio misterio, el principio de una conciencia humana que ha sido capaz de producir un llamado y una atención sobre los distintos ashrams y jerarquias espirituales, el principio de un camino hacia el centro, el principio de un mundo de causas luminosas surgidas desde grandes centros de fraternidad humana…
El principio, la simiente, el privilegio de ser parte de la creación de un nuevo tiempo.
El Uno, el Todo…esperando que nuestro propio vacío sea el receptáculo perfecto para sus insondables Planes.
Namasté
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