La experiencia con la energía de Virgo y su enfocado trabajo desde las áreas psicológicas más elevadas es un viaje profundo que nos permite acceder a la percepción y al desarrollo de nuestro principio mediador, de nuestra luz crística, donde la realidad física y su contraria se hacen complementarias a través de una “visión centrada” y liberada de la mente.
La madre, la forma, la materia a través de la cuál la Vida Una se manifiesta de forma cíclica para experimentarse y evolucionar hacia la propia auto-conciencia y auto-determinación a través de una infinidad de posibilidades “animadas” por la pulsión vibratoria del Uno, se sutiliza, se eleva, se “reconoce” en la propia expresión divina, produciendo un “cambio vibracional” en los vehículos físicos, convirtiéndolos en perfectos y más sofisticados conductores de “luz”.
A través de la observación profunda de una mente liberada la forma se experimenta sin limitaciones, y a través del escenario amoroso que el propio “observador” convoca al sumergirse en la miríada de vidas que se expresan en él (sin juicios ni expectativas), éstas se “redescubren” como poderosos agentes de creación, receptivos a la actividad del Ángel de la Presencia quien revela la unidad, la no-separación, la perfecta interacción de la compleja red de expresiones que terminan mostrando que luz y forma son uno, que Padre y Madre son uno, que Espíritu y Materia son uno expresando la vida universal.
El novilunio de Virgo es una experiencia preparatoria muy profunda. Los siguientes trabajos hasta la cumbre de Capricornio son esforzadas pruebas de la voluntad y el amor que está ejerciendo presión en nuestro Ser para producir un salto de conciencia que permita la revelación de la “verdad” íntima del hombre.
Virgo y su inseparable relación con Mercurio (el mensajero de los Dioses) y Venus (alter ego de la Tierra donde la semilla crística es una realidad que permite la realización de la mente superior en la forma), interactúan durante estos días ofreciendo una “oportunidad” de estabilizar las vibraciones y armonizar los canales y vías de expresión del hombre-dios que comienza su andadura multidimensional.
Cada esfera del hombre (superior e inferior) en su nivel determinado de conciencia de si mismo, se relaciona y compenetra con la red energética de la que forma parte, descubriendo la propia naturaleza, la propia esencia que le permite una gradual fusión con sus opuestos y complementarios, desvelando con cada actividad y proceso de “observación” el escenario donde la síntesis es posible, el Amor omniabarcante, el Alma que mora detrás de cada vida, el sendero de retorno, donde el Ser se expresa como gran unidad estabilizada, acercándose al Avatar de Síntesis de la propia realización.
Virgo nos dirige al proceso de la Madre, al conocimiento profundo y ancestral de la evolución que pugna por emerger, a la verdadera naturaleza que a través de la experimentación se reconoce como “propia”, como parte del Espíritu que encarna, y que termina reconociendo que es el impulso interno, la fuente primigenia del fuego en el hombre, quien modela la expresión y la forma, quien crea la realidad en la que la conciencia crece hacia la omnipresencia.
El escenario, los acordes que acompañan el “despertar” de cada nivel del hombre hacia la perfecta comprensión y manifestación de sus cualidades cósmicas, es el hijo. El niño gestado en la forma, el principio mediador, la luz que revela el agua ignea (astral superior-Yo superior) y que en su “amorosa” acción, reúne y acrecienta un ritmo natural de “interacción” entre los dos polos, entre los reinos lunares y solares, para producir la revelación del Uno en cada ser.
Sumergirse en Virgo, en la experiencia personal de la propia naturaleza física y sus agentes que también están creciendo a la comprensión de que es una fuente interna y no externa la que modela la forma a su “imagen y semejanza”, es otro paso en el sendero del auto-descubrimiento. Otro viaje por los misterios que poco a poco desvelan la multidimensionalidad de la conciencia humana, donde cada reino, cada esfera de la vida que se teje a través del Amor, actúa para elevarse y realizarse, para experimentar la totalidad de Dios en su nivel más elevado y esotérico.
La capacidad de “trascender” la mente aportada en el susurro de los dioses a través de Mercurio, la benevolencia del gran Amor universal insuflada por Venus, y la “experimentación” de las vidas físicas difractada desde Virgo, convierten este novilunio en otra oportunidad de acrecentar la conciencia, de acercarse a la maestría de la vida, donde el fuego astral (físico) y el fuego espiritual, crecen a la sabiduría que no necesita conocimiento, a la verdad, que no necesita nada porque ya Es, y al Amor que todo lo sujeta.
Sumergirse en la profundidad de este tiempo a través del silencio convocado por una mente “receptiva” a sus reconectadas cualidades y por un manto emocional equilibrado que impide el “apego” o el psiquismo inferior, nos permitirán estimular la naturaleza primigenia de los constructores de la forma, permitiendo que la propia divinidad que en sus reinos mora, crezca a la maestría de la vida Una, a las elevadas frecuencias de un universo ilimitado, que se manifiesta con perfección a través de cada paso que damos hacia la fuente interna.
“Lo que yo te digo en la oscuridad, háblalo tú en la luz”
Namasté
Anabel.C.Huertas
Publicacion Original: http://angelesdebarro.com
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