No tenía pensado comenzar así este post sobre las energías de este novilunio, pero sincrónicamente todo me ha conducido hoy hacia el gran evento astronómico de la Espada de Dios el pasado 21/05/2011.
Parece que sucedió una eternidad desde entonces, que vivimos múltiples vidas en este periodo, que el crecimiento, el cambio, la reorientación ha sucedido en múltiples espacios, en sincrónicos tiempos, en una infinita red de vida que no cabe sujeta a ninguna forma, y sobre todo tengo la sensación de haber cabalgado sobre un poderoso fuego, que me ha arrastrado, me ha elevado, me ha quemado y me amado, que me ha acariciado, acunado, sostenido y hundido a la vez, en una trepidante experiencia de mi misma.
Poderosamente mi atención ha sido llevada a este parágrafo : La Maestría Creadora Interior e Individual de cada uno de nosotros ha sido liberada para que “Rija su energía a Voluntad”.
Es lo que está sucediendo. “La energía rige a voluntad” sobre nosotros, a través de nosotros. Las puertas, la consciencia que acrecentamos con cada paso en el sendero misterioso hacia el encuentro de la divinidad nos envuelve en un proceso de reencuentro, de retorno al centro primigenio de la vida, donde todo es Uno, donde todo es ENERGÍA.
Cada molécula de nuestro ser, de Gaia, del Sol, del Cosmos expresa, conduce, estimula, inspira una elevación común, una sacralización de la tierra, de la forma, y a su vez busca la forma de reconectarse al poderoso ritmo del Creador, de la Fuente, del gran Centro.
Lo esencial lo invisible ya no necesita credenciales. Galopa por nuestros corazones revelándonos una y otra vez la fuerza de esa semilla cósmica de Amor puro, el Cristo que crece, que se expande, que se radia a nuestro alrededor tocando de belleza cada instante. Las profundidades, sus dinámicas, el vientre custodio de las “cenizas” sobre las que el hombre levantará su templo, crecen a su vez, se tocan, se mezclan, se separan aún en momentos de descontrol, de “raciocinio” y creencia…Pero en el vacío, en la capacidad de neutralizar el juicio y ofrecer un punto de encuentro sin límites ni polaridad, ambos extremos se complementan y danzan y la energía rige, y la creación comienza.
Nos acercamos a un periodo de máxima actividad energética. Tras los tiempos “externos”, después de los múltiples impulsos cósmicos y de sus arrebatadores latidos llega el tiempo de la expresión profunda del ser, de su exteriorización, de su radiación sobre toda la actividad de la tierra, de la materialización del “tesoro” interno que crece, que galopa, redescubriendo su poder con cada paso.
La energía, la luz (visión), el fuego (transformación) comienza su andadura como agente creador, creando ritmos internos que nos conducen a la fusión, pero a su vez todas éstas expresiones se manifiestan aún de forma disonante, gritando a veces, susurrando otras, apretando, ahogando o liberando mientras tratan de mostrarnos una nueva forma de comunicación con nosotros mismos y con todo nuestro eco-sistema.
La energía nos traspasa y nos transforma, se radia desde todos los centros de nuestro ser en sus múltiples niveles. La mente concreta, las emociones, las inercias del ánima mundi y a su vez las dinámicas celestiales, la mente abstracta, el alma buscando un lugar, un centro, un silencio interior radiante de futuro donde comenzar su concentrado y común servicio.
“Elijo el camino que conduce entre las dos lineas de fuerza”. El filo de la navaja, ese lugar desprovisto totalmente de seguridad, lleno del principio vital de incertidumbre donde todo puede ser creado.
Libra nos ofrece una parada.
El novilunio nos regala su profundidad silenciosa, para coger aire, para prepararnos, liberarnos, comprendernos, aceptarnos y sobre todo amarnos con esa grandeza que no está sujeta ni limitada, y donde el trabajo interno realizará su sagrada comunión, su celestial fusión, durante los meses venideros.
Libra nos enseña, nos inspira con sus corrientes celestiales y las voces que nos acompañan (Mercurio,Venus, Júpiter) para que la energía rija desde la voluntad divina, desde el punto más elevado del ser, desde la trascendencia que es capaz de amar y unir en un perfecto y bello encuentro lo más denso y lo más sutil.
En nosotros lo más profundo, lo más escondido, lo más denso ofreciendo su fuerza y a su vez lo más elevado lo más inconmensurable inspirando, transformando generando el sublime encuentro.
El amor arropándolo todo. La semilla crística que convierte a la diosa en Madre, al dios en Padre y al hombre en la más bella expresión para el Alma Celestial.
Escuchar, observar a todas las partes. La actividad y reciprocidad de los encuentros, de la alegría, de las lágrimas, de los recuerdos que son sanados, y de los obstáculos que son creados. El vacío expectante de la múltiple actividad de las corrientes, de los átomos, de las células, de los reinos y conciencias donde el no-juicio, el principio neutral de nuestra mente, el camino que conduce entre las dos lineas de fuerza, nos modela, nos armoniza y nos eleva.
Elijo mi luz y mi sombra. Amo la totalidad que en mi se expresa. Nazco al propio ritmo, al encuentro, a la filosofía amorosa entre mis dos tendencias donde YO puedo expresar mi verdadera condición divina.
Namasté
Anabel.C.Huertas
Imagen: Circulo de Buena Voluntad: “Libra balanceando el polo superior y el inferior”
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